por Magda Cortés
El cielo estaba despejado gracias al viento y la escasez de nubes permitía recibir toda la radiación que a las 10 de la mañana de ese sábado 31 de agosto comenzaba a quemar la piel, como ya es costumbre aquí en Tunja, la cuna de la libertad. Hacia el costado norte de la cárcava del barrio San Antonio, detrás del patrinódromo, dónde niños y niñas se preparan para dominar la velocidad y el equilibrio sobre 6 ruedas, otro grupo de pequeñxs junto con profesores y sus familias le daban vuelo a cometas triangulares de colores verdes, rosadas y amarillas fosforesentes.
Esta era la actividad más esperada, posterior a que las y los niños recogieran uno que otro residuo en el borde de la cárcava de este barrio. Mientras tanto los adultos, funcionarios del Instituto de la Recreación y el Deporte de Tunja (IRDET), de Ecovivienda, de la Policía Nacional, de la Unidad Especial de Control Interno de Gestión, de la Gerencia Estratégica de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones TICS y de la Secretaría de Medio Ambiente junto a personas de la sociedad civil, recolectaban residuos de plástico, papel, espuma, llantas, ropa, o cualquier otro que no hiciera parte del ecosistema. Que por cierto, es uno de los más importantes del municipio de Tunja.
Aunque el viento lograba disipar cualquier sonido de voces o risas, el ruido de la motosierra que usaba una de las mujeres que hace parte del grupo de Parqueritos de la ciudad para podar el retamo espinoso (Ulex europaeus), predominaba en el ambiente. Esta planta, llamativa por sus flores amarillas y tallos delgados, estaba siendo controlada por ser una especie invasora, que impide el crecimiento de la flora nativa de las zonas que invade, y por ser buen combustible en caso de incendios forestales, según informó la ingeniera profesional de la Secretaría de Medio Ambiente, Dery Pulido.
Una a una se fueron acumulando más de 150 bolsas marcadas con el logo de Urbaser llenas de residuos, los guantes azules de nitrilo no soportaron más el roce con plantas, palos y desechos dejando a la vista la piel sudorosa de las personas que se acercaban al punto de encuentro en búsqueda de agua y de algo para comer. En el mismo lugar dónde dos horas antes se conectaban espiritualmente con la práctica del yoga a este paisaje natural, ahora se convertía en el escenario de descanso, fotografías, entrevistas, firma de asistencia y despedida.
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Al mismo tiempo se daba el cierre de actividades similares en 2 puntos más de la ciudad, en el barrio Suárez y en el Paraíso. Más de 20 toneladas de residuos lograron retirarse en estas maratónicas jornadas de limpieza convocadas por el alcalde Mikhail Krasnov, de acuerdo con la Secretaria de Medio Ambiente, Nataly Callejas.
Como medio de comunicación promovemos la iniciativa ‘¿Y a mí qué los residuos? Jornadas de limpieza por una Tunja mejor’, que venimos desarrollando desde febrero del presente año.
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Jornadas de limpieza: una excusa para conectar con la tierra
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